Cambio Urbano

· Equipo de Vehículos
¿Te ha pasado alguna vez que al bajar de un autobús, sacas tu teléfono para pedir un viaje y encuentras tres patinetes bloqueando la acera, dos de ellos volcados? No estás solo.
En ciudades donde el transporte público te deja a poca distancia de casa, los patinetes eléctricos compartidos prometieron una solución elegante: recorrer la última milla en minutos, sin el estrés del estacionamiento. Pero lo que comenzó como un paseo suave ha tenido obstáculos, literal y políticamente.
Desde plazas parisinas hasta callejones estrechos de Seúl y avenidas bulliciosas de la Ciudad de México, los patinetes eléctricos inundaron las calles con promesas. Son económicos (alrededor de $1 para desbloquear, 20-30 centavos por minuto), divertidos de manejar, y reducen los viajes en automóvil. Pero su lanzamiento descontrolado expuso una brecha: la innovación corrió más rápido que las normas. Ahora, las ciudades se están esforzando por ponerse al día, no para prohibirlos, sino para hacer que funcionen con la vida urbana, no en su contra.
Cuando las Aceras se Convierten en Circuitos de Obstáculos
Camine por el centro de la Ciudad de México en una tarde entre semana, y es probable que tenga que esquivar patinetes estacionados en los senderos peatonales, algunos tirados en rampas de bordillos. En Seúl, los usuarios a menudo los dejan en entradas de edificios o estrechos caminos peatonales, obligando a personas con carriolas o dispositivos de movilidad a circular por la calle. París retiró más de 18,000 patinetes de las aceras en tan solo un mes en 2022 por estacionamiento indebido. El problema no es solo el desorden, es la seguridad. Un informe de 2023 del Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte encontró que las lesiones causadas por patinetes eléctricos aumentaron bruscamente en ciudades sin carriles dedicados, con el 60% de los incidentes involucrando el uso de aceras o colisiones con peatones. En Seúl, las visitas a la sala de emergencias vinculadas al uso de patinetes se duplicaron entre 2020 y 2022. Las ciudades no ignoraron esto. Respondieron, no con restricciones, sino con reglas más inteligentes.
Reglas que Acompañan
París tomó una postura dura primero. Tras la reacción pública por el caos, la ciudad redujo en un 75% el número de patinetes permitidos, introdujo zonas de estacionamiento con geovallado (no puedes terminar tu viaje a menos que estés en un lugar designado) y prohibió por completo circular por las aceras. Las multas por estacionamiento ilegal comienzan en €50. Ahora, los operadores deben utilizar sistemas de monitoreo por satélite habilitados en los patinetes y proporcionar datos en tiempo real a los urbanistas de la ciudad. ¿El resultado? Menos patinetes, pero un mejor comportamiento. Una auditoría de la ciudad en 2024 encontró que el 89% de los usuarios ahora estacionan correctamente, frente al 42% de hace dos años. "No se trata de detener la innovación", dijo un funcionario de movilidad de París, "se trata de asegurarse de que sirva a todos, no solo a los usuarios."
Ciudad de México optó por un enfoque diferente. En lugar de reducir el tamaño de la flota, lanzó "Eco-Paradas": zonas de estacionamiento codificadas por colores cerca de los centros de transporte, escuelas y mercados. La ciudad también se asoció con los operadores para ofrecer viajes con descuento durante las horas valle, aliviando la congestión. Los usuarios que estacionan correctamente ganan créditos; aquellos que no enfrentan suspensiones temporales en la aplicación.
Seúl se centró en la infraestructura. Amplió los carriles bici protegidos e introdujo "zonas compartidas" donde los patinetes y las bicicletas coexisten, claramente marcadas y separadas de los senderos peatonales. Los límites de velocidad se redujeron en áreas densas (de 25 km/h a 18 km/h), y videos obligatorios de capacitación en seguridad aparecen en las aplicaciones de alquiler antes del primer uso. Cada ciudad encontró un equilibrio: regular lo suficiente para proteger el espacio público, pero no tanto que las alternativas desaparezcan.
¿Qué Funciona? Lecciones desde las Primeras Líneas
Entonces, ¿qué es realmente efectivo? Basándose en lo que está ocurriendo en la práctica, tres estrategias destacan:
1. Estacionamiento geovallado con consecuencias reales
Los corrales digitales funcionan, especialmente cuando se combinan con sanciones. En París, los patinetes que no se estacionan en las zonas no pueden ser bloqueados, y a los usuarios se les cobra un extra hasta que los muevan.
2. Incentivar el buen comportamiento
El sistema de créditos de la Ciudad de México aumentó el estacionamiento adecuado en un 35% en las zonas piloto. Pequeñas recompensas cambian los hábitos.
3. Construir espacios para que los patinetes existan de manera segura
Las mejoras en los carriles de Seúl redujeron en casi la mitad el uso de aceras. Cuando las personas tienen un lugar seguro a donde ir, lo utilizarán.
Los operadores también se están adaptando. La mayoría ahora utilizan cámaras y sensores impulsados por inteligencia artificial para detectar estacionamiento indebido. Algunas aplicaciones incluso muestran en tiempo real la disponibilidad de espacios de estacionamiento antes de finalizar el viaje.
El Futuro de la Última Milla
El patinete eléctrico no desaparecerá. Si acaso, se está convirtiendo en parte del tejido urbano, pero solo si aprende a compartir el escenario. Las mejores soluciones no tratan a los patinetes como héroes o villanos. Los tratan como cualquier otra herramienta de transporte: útil cuando se administra bien, disruptiva cuando se ignora. Las ciudades se están dando cuenta de que la movilidad no se trata solo de ir del punto A al punto B. Se trata de cómo compartimos el espacio, cómo nos movemos sin desplazar a otros, y de cómo diseñamos para la dignidad tanto como para la velocidad. La próxima vez que te subas a un patinete, fíjate dónde lo estacionas. Es un pequeño acto, pero parte de un cambio más grande. La última milla no solo se trata de distancia. Se trata de respeto. Y ese es un paseo que vale la pena tomar.