Vehículos Autónomos

· Equipo de Vehículos
Los viajes aéreos, el transporte público y muchas otras industrias sufrieron reveses significativos en 2020 debido a la implementación generalizada de medidas de cuarentena adaptativas en todo el mundo.
Sin embargo, en medio de estos desafíos, la industria automotriz, particularmente en el ámbito de los vehículos autónomos, ha demostrado una resiliencia notable.
Cabe destacar que empresas como Ford han intensificado su inversión en el desarrollo de vehículos eléctricos y autónomos, destinando 2.900 millones de dólares en el cuarto trimestre del año anterior.
Una parte sustancial de esta inversión, 700 millones de dólares, se destina específicamente al avance de los vehículos autónomos.
En consecuencia, Ford se alinea con grandes empresas del sector como General Motors, Tesla, Baidu y más para fortalecer su dedicación a la tecnología de vehículos sin conductor. La mayor inversión en esta área se debe a los muchos beneficios que se espera que proporcione. La principal de estas ventajas es el potencial de ahorro significativo para los conductores, incluyendo la reducción de gastos en primas de seguros y la agilización de los desplazamientos diarios.
Además, los vehículos autónomos prometen mejorar el ahorro de combustible y ofrecer numerosas otras comodidades. Para las empresas, la automatización que facilitan los vehículos autónomos ofrece oportunidades para reducir sustancialmente los costos, especialmente en sectores como el transporte de larga distancia, donde los gastos operativos podrían reducirse hasta en un 45%, según un informe de McKinsey & Company.
Sin embargo, quizás el beneficio más convincente de los vehículos autónomos resida en su capacidad para mejorar la seguridad. Considerando que el 94% de los accidentes graves ocurre por fallos humanos, los coches sin conductor pueden reducir significativamente la frecuencia de estos accidentes. Esto se debe a que eliminan la necesidad de que una persona intervenga y ofrecen una perspectiva total de 360 grados del entorno.
Los Sistemas Avanzados de Seguridad para el Conductor (ADAS) pueden asumir el control de funciones de seguridad críticas, como el frenado y la dirección, en situaciones peligrosas. Más allá de la seguridad, los vehículos autónomos ofrecen numerosos beneficios sociales, incluyendo la reducción de emisiones, con una disminución proyectada del 9% en el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los vehículos convencionales a lo largo de todo su ciclo de vida.
Sin embargo, para obtener estos beneficios, los vehículos autónomos deben poseer la capacidad de navegar y operar dentro de los parámetros de la carretera de forma segura. Esto requiere el uso de algoritmos de aprendizaje automático para reconocer y responder a diversas señales de tráfico, marcas viales, vehículos, peatones y otros objetos que se encuentran al conducir.
Por ejemplo, un coche autónomo debe identificar con precisión los límites de velocidad, mantener una distancia de seguridad con los vehículos precedentes en las carreteras y ceder el paso a los peatones al entrar en zonas residenciales.
En escenarios más complejos, como la circulación por zonas residenciales con un comportamiento peatonal impredecible, los coches autónomos se enfrentan a retos únicos que requieren soluciones avanzadas.
Por ejemplo, anticipar las acciones de los peatones que podrían no respetar las señales de tráfico supone un reto importante para los vehículos autónomos. Los científicos están buscando activamente formas de enfrentar estos desafíos, centrando su atención en el uso de grandes volúmenes de datos para optimizar la toma de decisiones en coches autónomos que operan en entornos complicados y cambiantes.
A través de la investigación constante y la innovación, el potencial de los vehículos autónomos para transformar el transporte, al mismo tiempo que se mejora la seguridad y la eficiencia, sigue siendo muy prometedor. Con vehículos autónomos capaces de comunicarse y coordinarse entre sí, la congestión vehicular podría reducirse significativamente, lo que se traduciría en una mayor fluidez del tráfico y tiempos de desplazamiento más cortos.
La adopción generalizada de vehículos autónomos podría requerir la reimaginación de los espacios urbanos, priorizando menos los aparcamientos y más las zonas verdes y peatonales.
Esta transformación tiene el potencial de mejorar la habitabilidad de las ciudades, la calidad del aire y fomentar un modo de transporte más sostenible para las generaciones futuras.